17 de noviembre de 2007

Desinspiración

Suelo bajarme en mi antiguo hogar, y recordar como cruzaba la calle sin mirar, sin pensar, sin preocuparme por si al poner mi pie al piso titubearía o caería en agujeros mas profundos. Compraba unos dulces al frente y seguia caminando por ese largo corredor que me llevaba a las viejas plantas, los viejos prados. Un vecino esbozaba una sonrisa y caminabas por senderos enramados en cantos y letras, no las veias, no las oías, tu las creabas. Y te seguían por siempre y para siempre hasta llegar a la cima de la plenitud, sin vacíos ni contradicciones.
Suelo mirar a ambos lados al cruzar, y pasar por alto el negocio de al frente con sus ricos pasteles , y siempre llego donde mismo , veo al vecino, me esboza una sonrisa pero las canciones no me siguen , mis letras no me siguen.
Puede ser que algún día llegue , y ni la sombra me persiga

1 comentario:

just the way the cookie crumbles dijo...

Las cosas cambian...es normal
no te puedes apegar a algo para siempre y la rutina siempre debe ser rota
TODO debe cambiar algun dia, mas vale tarde ... temprano...mas vale ...
debe pasar, siempre pasa en algun momento indicado, el cambio sabe de eso ;D
y hay que dejarlo irse, nada de perseguirlo, si quieres echarlo en menos hazlo en tu pieaz, a oscuras, nada de arrepentirse...en verdad que sacas con quedarte todo?
te falta espacio para lo nuevo, lo emocionante, las sopresas, los cambios...
es mejor asi



CAMBIO Y FUERA! shauid

El gato en la ventana

Uno de los gatos que vivió conmigo por algunos días se tiró por una ventana. Tuve que bajar a buscarlo y llevarlo de nuevo a la casa. Y unos días después me di cuenta de lo que pasaba. El gato, estaba parado en la misma ventana desde la que se tiró el otro día y miraba fijamente al organillero que se ponia cada tarde con su loro a tocar sus melodias a los mecanizados caminantes que por esos sectores circulaban en el día y, de vez en cuando, o sea cuando sentía que era el momento, hacia un movimiento como para lanzarse a disfrutar de la calle, que junto con la musica y los pequeños que se acercaban siempre terminaba convertido en una especie de remolino de jubilo y fascinasión.
Sé lo del organiero porque cuando se asomaba por otras ventanas desde las que no se veía se retiraba al instante. Ojalá no se quede esta vez , como pasa a veces con muchos, sólo mirando para siempre.