4 de agosto de 2009

Es la sensacion de un cansancio infinito. De los celos que no paran de golpetear mi cabeza. Como termitas me carcomen los sesos. Y no me apago , no me puedo apagar. "Pero convencete wn ! para de pensar en idioteces ". Pero no me logro convencer. No se como lo hace el mundo para olvidar , pero no naci con ese don. Tengo metidos cada instante y cada sensacion de mi vida tan dentro de mi subconciente que no los puedo sacar. Terminare teniendo miedo hasta de despertarme y enfrentar el dia.
Es el sentir que no naciste para este mundo. Que no aguantas las actitudes humanas , que no aguantas las acciones humanas . Y no puedo vivir tranquilo. Trate de llamarte pero no tengo como. Ya no quiero levantarme mas. Solo que estes cerca. Pero todo te permite no ser libre. Y la memoria te engaña otra vez y te atrapa en las noches. En tus horas mas debiles... cuando estas solo y no tienes quien te pueda salvar.
Es cuando sientes que nadie te entendera jamas , asi que no vale la pena luchar para que lo hagan. Que cuando tratas de explicar lo que te pasa, tus palabras son limitadas y no puedes decir nada y hasta te enredas en ti mismo porque no sabes lo que te pasa. Si lo sabes ... pero no hay forma que te entiendan.
Es como sentir que ya no hay nada mas que puedas hacer , solo seguir ahi parado y caminando , como siempre. Aguantando todo lo que no puedes evitar, lo que no quieres ver ni oir ni sentir.
Este mundo nos da tan pocas libertades que no se como podemos seguir viviendo. Tan poca tranquilidad, que no aguanto las ganas de huir. Si, seria lo mejor. Pero jamas lo hare ... porque se que no puedo , y me daria miedo . Quizas algun dia lo haga , pero no sera ni hoy ni mañana.
Voy a seguir estudiando mejor .

No hay comentarios.:

El gato en la ventana

Uno de los gatos que vivió conmigo por algunos días se tiró por una ventana. Tuve que bajar a buscarlo y llevarlo de nuevo a la casa. Y unos días después me di cuenta de lo que pasaba. El gato, estaba parado en la misma ventana desde la que se tiró el otro día y miraba fijamente al organillero que se ponia cada tarde con su loro a tocar sus melodias a los mecanizados caminantes que por esos sectores circulaban en el día y, de vez en cuando, o sea cuando sentía que era el momento, hacia un movimiento como para lanzarse a disfrutar de la calle, que junto con la musica y los pequeños que se acercaban siempre terminaba convertido en una especie de remolino de jubilo y fascinasión.
Sé lo del organiero porque cuando se asomaba por otras ventanas desde las que no se veía se retiraba al instante. Ojalá no se quede esta vez , como pasa a veces con muchos, sólo mirando para siempre.